Nutrición vs. Hambre Emocional: Aprende a Escuchar tu Cuerpo con Amor

Cuántas veces has abierto la pantry buscando algo que ni siquiera sabes qué es? A veces no es hambre… es ansiedad, estrés, aburrimiento o hasta tristeza disfrazada. Este fenómeno tiene nombre: hambre emocional, y muchas mujeres lo viven en silencio, sintiéndose culpables después. Hoy quiero invitarte a reconocerlo, entenderlo y transformarlo con amor y conciencia.

Qué es el hambre emocional?

El hambre emocional es cuando comemos como una forma de regular nuestras emociones, no por necesidad física. Suele aparecer de forma repentina, con antojos específicos (como algo dulce o salado), y no se satisface con una comida balanceada. Al contrario, puede dejar una sensación de culpa, inflamación y frustración.

 

Cómo saber si tienes hambre real o emocional?

Esta tabla te ayuda a diferenciar entre el hambre física —una necesidad biológica— y el hambre emocional, que muchas veces aparece como respuesta a ansiedad, estrés o vacío emocional.

 

Sanar desde adentro: lo que mi muela me recordó sobre hambre emocional y nutrición consciente

Esta semana tengo que parar… una extracción de muela me obliga a bajar el ritmo, cambiar mi rutina y reevaluar mi relación con la comida desde otro lugar: el de la sanación.

Ha sido frustrante. No puedo comer lo que normalmente disfruto, masticar es doloroso, y mi energía baja. Pero también me doy cuenta de algo importante: en los momentos incómodos, el hambre emocional puede disfrazarse fácilmente de antojos, ansiedad o aburrimiento.

No es solo que quiero algo de comer… quiero consuelo, distracción o “llenar” el espacio de incomodidad. Y ahí recuerdo algo que siempre comparto con mis clientas: la sanación no solo es física, también es emocional y mental.

Lecciones desde la recuperación

  1. El cuerpo necesita tiempo, paciencia y alimentos suaves pero nutritivos.
    He estado comiendo calditos, licuados, avenas, batidos de proteína, y recorde que nutrirme bien es una forma de autocuidado, no de castigo.


  2. La incomodidad puede despertar el hambre emocional.
    Querer “morder algo” no siempre viene del estómago… a veces viene del deseo de volver a sentirme como antes. Y está bien reconocerlo sin juzgarme.


  3. Sanar me ha recordado que lo que como también alimenta mis emociones.
    Comer alimentos antiinflamatorios no solo me ayudó con la recuperación física, sino también con el ánimo. La manzanilla calmó mi boca y mi mente. El magnesio del aguacate me ayudó a dormir mejor. El caldito me abrazó por dentro.

Y tú? Has sentido hambre emocional?

A veces, como mujeres fuertes, seguimos corriendo aunque nuestro cuerpo pide pausa. O comemos desde el vacío emocional sin detenernos a escuchar lo que realmente necesitamos.

Hoy te invito a preguntarte:

  • Estoy comiendo para energia, recuperacion o para distraerme?

  • Estoy eligiendo desde el amor propio o desde la ansiedad?

No necesitas estar perfecta para nutrirte bien. Puedes empezar con lo que tienes y desde donde estás. Yo también estoy en ese proceso.

Lo que nutro, florece


Y esta semana, lo que estoy nutriendo es mi salud, mi paz y mi paciencia.

Gracias, muela… por recordarme que hasta en el dolor, hay lecciones de amor propio.

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